miércoles, 15 de octubre de 2008

La rosa de cristal


La rosa de cristal


Cabellos ondulados al viento,
ojos... 
Que vierten lágrimas de sol.
Iluminan 
el paseo al venir, 
y con su sonrisa
 …Te hace vibrar.

Acelera
 el destello carmesí
de la rosa de cristal
… Enamorada del mar.

Entre flores la vio 
en un cerrado jardín.
Le dió su mano  
…Y pensó,
¡¡ Tu eres amor  
el sentir de tan bello lugar!!.  
 
Besando sus pétalos 
los ojos cerró, 
sintiendo el rubor 
del terciopelo,
que acariciando sus labios 
…Floreció.

Enamorada del mar
…La rosa de cristal.
Mi vida incendió 
con llamas de amor.
Y quemando secó 
…Las lagrimas 
…Del sol.
 

F. Rubio

martes, 30 de septiembre de 2008

Mi última estación,


Mi última estación,

Caminando por la acera,
una hoja amarillenta
cae balanceándose a mis pies,
es la señal del otoño
que se acerca sin pausa,
la estación más cercana
al invierno de los días más oscuros.

Mi cuerpo…
Nota escalofríos,
cuando contempla las cicatrices
de las estaciones ya lejanas,
agotadas por mis años
como agua que se seca en el macetero.

Las hojas de un calendario olvidado
en la pared de mis sombras gastadas,
entre ruinas de huesos ya cansados
aguantando las lonas de mi piel arrugada.

Hoy…
Dejaré de caminar,
y me sentaré a esperar el frío tenebroso
de mi última estación,
desmontaré los palos del sombrajo
que aguantaron mis veranos.

Hoy…
comienza mi otoño,
y cansado…
Espero que llegue mi invierno.
F. Rubio

lunes, 29 de septiembre de 2008

Aprendiz de pirata:

 

Aprendiendo a vivir deprisa,
soñando castillos de arena
en playas que jamás pisé.
Lecciones de lluvia y barro,
en la escuela de la calle del sol.
Yo no soy poeta… Solo soñador.

Buscador de tesoros de imaginación,
que rodando entre coplillas
gravaron mi niñez.
Jugando a ser pirata,
de pecosa cara y sonrisa picara,
entre charcos de estrellas,
y mares de versos,
aprendí a amar.
Espadas de madera,
escudos de cartón,
y una mascara de tela negra,
uniforme de rebelde,
aprendiendo la lección.
Yo no soy poeta… Solo soñador.


F. Rubio

Vidas rotas:

 

El frío brillo de la hoja
en el corazón deja la huella,
y ahonda en la herida
que sangra eterna.

Cruces en el camino,
flores en el suelo.
Amoríos incomprendidos,
desgarros y lamentos.

Mujer que sufre violencia,
por las manos crueles
de asesinos sin rejas,
por leyes de incautos.

¿Quien cava la tumba
de la que yace en el suelo?
imágenes en el noticiero,
no dan consuelo.

Notas en el diario,
verdugos y jueces
que pongan remedio,
a la violencia de genero.

F. Rubio

domingo, 28 de septiembre de 2008

Naceran de llantos


Nacerán de llantos:

La madre y sus hijas,
deshojando la pena
de las margaritas,
en primaveras vividas,
Se caen las hojas,
dan paso a vida nueva,
que de pena… No saben.
Que pena… No llevan.
Nacerán de llantos,
mamarán de risas,
serán felices,
hasta que la edad les llegue
para deshojar las penas.
La rueda de la vida
que se hace eterna.
Madres que tienen hijas,
hijas que madres serán,
deshojando margaritas,
las primaveras pasarán.
Mamarán de risas,
crecerán de llantos
y de pena… envejecerán.

F. Rubio

jueves, 25 de septiembre de 2008

Amores niños:


Amores niños:

De gris perla se vestía el cielo
en la mañana del otoño,
las nubes hacían muescas al sol
cortando el negro de las sombras,
sentados en la baranda del parque
tú me agarrabas de la mano, y yo,
temblaba de rubor,
era el amor de adolescentes
que por primera vez se besan
sin mirarse a los ojos cerrados,
tus labios parecían terciopelo
que se quiebra con el tacto mudo,
del momento de los amores niños,
hoy la mañana vuelve a vestirse de gris,
y no puedo olvidar el parque del amor
y su baranda de adolescencia,
cierro los ojos al pasar por el,
queriendo sentir el temblor de tus besos
y ver el rojo de nuestras mejillas al mirarnos,
no quiero perder ese momento,
que se gravo a fuerza de caricias
de rayos de sol entrecortados,
hoy llega otra mañana de otoño,
y sentados en el parque,
veo otra pareja de adolescentes
besándose con los ojos cerrados,
los miro y me doy cuenta,
son el fruto de nuestro amor,
nacido de jóvenes amores,
en el gris otoñal de las sombras
del parque de nuestros besos,
y los amores niños.


F. Rubio