El alma que me acompaña cada día
el espejo donde mirarse,
el reflejo donde quererse.
Se despierta a mi lado cada mañana,
apenas sin hacer ruido,
mesa su pelo, lava su cara,
y desea los buenos días.
Vestido humilde, gesto amable,
zapatitos de tacón,
y olor a pan recién horneado.
Ella se sienta en la mesa
con ademán bondadoso,
me mira, y hecha a volar un beso
pregunta ¿como estas?.
Ella, el alma mía,
la mujer que quiero y me quiere,
mi compañera de viaje,
mi espejo fiel, mi amor, mi dueña.
Ella…mi tesoro.
F. Rubio