Los tres amigos.
Cada tarde salen paseando su mirada,
caminando con su compañero el bastón,
Su fiel apoyo… su atril de penas.
Llega hasta su ultima esquina para sentarse en un banco,
a contarle historias a su sombra,
su inseparable amiga, su sufridora callada,
¡esá..! que nunca le engaña,
y escucha en silencio sus palabras.
Camino amigo, camino hecho,
Entre los tres lo andan, entre los tres lo acaban
No se contradicen, el hombre pone frases a su pasado,
Su bastón lo escucha,
y la sombra... calla.
Como cada tarde, cuando va llegando la noche,
Los tres vuelven sobre sus pasos
desgastando esquinas ya conocidas,
Mañana volverá a su paseo, con su pilar de palisandro
y su tertuliana sombra,
que sorda lo mira… pero nunca lo abandona.
Como cada tarde los tres amigos se sentarán en el parque,
El anciano contará recuerdos, el bastón descansará sus años,
y la sombra dormirá en silencio escuchando los rumores viejos.
F. Rubio
miércoles, 10 de junio de 2009
Los tres amigos
La muerte y otras sorpresas: un pedacito de cielo escrito por Mario Benedetti
Se trataba de un muchacho corriente: en los pantalones se le formaban rodilleras, leía historietas, hacía ruido cuando comía, se metía los dedos a la naríz, roncaba en la siesta, se llamaba Armando Corriente en todo menos en una cosa: tenía Otro Yo.
El Otro Yo usaba cierta poesía en la mirada, se enamoraba de las actrices, mentía cautelosamente , se emocionaba en los atardeceres. Al muchacho le preocupaba mucho su Otro Yo y le hacía sentirse imcómodo frente a sus amigos. Por otra parte el Otro Yo era melancólico, y debido a ello, Armando no podía ser tan vulgar como era su deseo.
Una tarde Armando llegó cansado del trabajo, se quitó los zapatos, movió lentamente los dedos de los pies y encendió la radio. En la radio estaba Mozart, pero el muchacho se durmió. Cuando despertó el Otro Yo lloraba con desconsuelo. En el primer momento, el muchacho no supo que hacer, pero después se rehizo e insultó concienzudamente al Otro Yo. Este no dijo nada, pero a la mañama siguiente se habia suicidado.
Al principio la muerte del Otro Yo fue un rudo golpe para el pobre Armando, pero enseguida pensó que ahora sí podría ser enteramente vulgar. Ese pensamiento lo reconfortó.
Sólo llevaba cinco días de luto, cuando salió la calle con el proposito de lucir su nueva y completa vulgaridad. Desde lejos vio que se acercaban sus amigos. Eso le lleno de felicidad e inmediatamente estalló en risotadas . Sin embargo, cuando pasaron junto a él, ellos no notaron su presencia. Para peor de males, el muchacho alcanzó a escuchar que comentaban: «Pobre Armando.Y pensar que parecía tan fuerte y saludable».
El muchacho no tuvo más remedio que dejar de reír y, al mismo tiempo, sintió a la altura del esternón un ahogo que se parecía bastante a la nostalgia. Pero no pudo sentir auténtica melancolía, porque toda la melancolía se la había llevado el Otro Yo.
he puesto este pequeño cuento del maestro para seguir recordando lo mucho que nos deja en nuestros corazones.
domingo, 31 de mayo de 2009
El sillón vacío:
recuerdos de aros rodando
por la calle abajo.
Canicas de colores
y peonzas bailando
enredadas entre las cuerdas
de la mirada de un niño.
Hoy, casi apagando las velas
baila y tiembla la llama
con soplidos entrecortados
por la fatiga del cigarro.
Marcaré un año más
en el calendario
una muesca más
tallada en mi viejo rostro.
Hoy, siento que tu ya no estas
que te marchaste
dejándome recuerdos
y un sillón vacío.
Ya desocupaste la mesa
ya no cortaré tu pedazo de tarta
ya no brindaremos juntos
por nosotros y la vida.
Tú consumiste la esencia
desgranaste la existencia
y del vaso de tu aliento
solo queda silencio y llanto.
Hoy, solo quedan huellas de una vida corta
y la sensación de vivir deprisa
apurando el oxigeno de la hoja
derramando la última gota de la copa.
Hoy, no celebraré el aniversario
esconderé la cabeza entre mis manos
y repasaré los equinoccios sombríos
hoy, ya no brindaremos juntos.
F. Rubio (c)
viernes, 22 de mayo de 2009
A la deriva sin ti:
A la deriva sin ti:
lunes, 18 de mayo de 2009
Nos dejas huérfanos los versos:
Nos dejas huérfanos los versos: Las almas no volverán, Se quedarán en su refugio Pétreo de paradojas translucidas. Los poetas nos dejan, Y huérfanos se quedan Los versos en el tintero. Ellos, ¡los poetas y sus almas! Nos dejan las musas oscuras, Si, las musas enlutadas En negras procesiones Teñidas de silencio. Adiós, escritores y oradores, Forjadores de sueños, Creadores de tristezas, Inventores de alegrías, Y comadrones del amor. Hoy se marcho otra pluma, Otro poeta, otro juglar de sentimientos. Adiós Don Mario, Dejaste de navegar en el exilio de tu mundo, para amarrar en nuestros corazones. Nos dejas tus vivencias Y la de tus gentes, Nos dejas, El sur de tu mirada, La mujer de tu poesía, Y el perfume de tu tierra. Don Mario, tango uruguayo platense río de enseñanza poética, dramaturgo del bandoneón. Tu siempre tendrás Un rinconcito enmarcado En el álbum de mi memoria. Hoy te digo hasta siempre, Y mi amiga Ángela también, Ella te guarda en su corazón Junto a un poema inédito En su libro de olas, Navegando sobre el, Hoy besa tu partida. Con el corazón encogido A Mario Benedetti. F. Rubio
sábado, 9 de mayo de 2009
Ella…mi reflejo.
El alma que me acompaña cada día
el espejo donde mirarse,
el reflejo donde quererse.
Se despierta a mi lado cada mañana,
apenas sin hacer ruido,
mesa su pelo, lava su cara,
y desea los buenos días.
Vestido humilde, gesto amable,
zapatitos de tacón,
y olor a pan recién horneado.
Ella se sienta en la mesa
con ademán bondadoso,
me mira, y hecha a volar un beso
pregunta ¿como estas?.
Ella, el alma mía,
la mujer que quiero y me quiere,
mi compañera de viaje,
mi espejo fiel, mi amor, mi dueña.
Ella…mi tesoro.
F. Rubio
viernes, 8 de mayo de 2009
Enamorada del sol:
Aun pareciendo ausente,
ella, estaba ahí,
con su mirada perdida en el cielo
soñando corazones en las nubes,
ella, pensaba en el.
Levitando sobre su frágil mundo
y construyendo versos de imaginación,
versos con la cordura quebrada al nacer.
Inocencia eterna de niña
en su cuerpo de mujer,
enamorada del sol,
de la mañana y del atardecer.
Cartografiaba besos pintados en un papel,
quería ser golondrina
para acercarse en su vuelo,
amaba al sol y soñaba casarse con el.
F. Rubio
martes, 5 de mayo de 2009
No me castigues:
Pero no me pidas que te deje.
Castígame sin tus miradas,
Pero no me dejes sin la luz de tus ojos.
Escóndeme tus palabras,
Pero no me quites la miel de tus labios.
No nombres mi calle,
Pero pasa bajo mi ventana,
Dejaré una mantilla de besos
y claveles para tu pelo.
F. Rubio
jueves, 23 de abril de 2009
Otra vez aquí:
Otra vez aquí
pensando en ti,
en tus besos,
en la historia que terminó
cuando te marchaste.
El silencio, el dolor,
me consume,
que amargo sin tu mirada.
Otra vez aquí,
deshojando el tiempo,
desempolvando recuerdos.
Navegando en la tristeza
con el rumbo perdido
en el mar del olvido.
Otra vez aquí,
intentando acostumbrarme
a la imperturbable soledad.
Mirando el horizonte,
que se une al cielo
en un beso eterno.
Sintiendo celos
de su amor duradero.
Otra vez aquí,
sentado en el vacío,
sintiendo vértigo
con las caricias perdidas,
y los susurros del viento.
Otra vez aquí,
esperando un regreso,
un ¿cómo estás?
una mirada,
un beso.
Un latido que cambie
esa triste melodía
de mi corazón.
Si… otra vez aquí,
regando el papel,
con lágrimas amargas.
Sintiéndome solo,
esperando tu regreso,
mirando el horizonte.
Rogándole al cielo
que vuelvas.
Si, otra vez aquí...
esperándote.
F. Rubio (c)
jueves, 26 de marzo de 2009
La senda de las sombras:
He de marchar,
Allí, donde duermen las sombras,
donde descansan los olvidados,
los que marcharon sin dejar huella
Sin hacer ruido… sin ser despedidos.
Caminare por la senda sin pisadas,
Por el camino de la angustia encogida,
Refugiado bajo el sombrero…
de alas oscuras.
Sin mirar atrás, sin arrepentirme,
Saboreando lo vivido…
Aunque no me sepa a nada.
F. Rubio