lunes, 24 de agosto de 2009

Un par de analgésicos



Un par de analgésicos, no curan mi dolor
ni el agua bendita en dispensador de jabón
que pena, el mundo se nos muere, y la conmoción
descubriendo mares, y ahora es mas sabedor

Que del cerdo, no solo tenemos su jamón
también sus enfermedades, es –contagiador-
una gripe universal, que mata sin pudor
que ironía, apreciamos su carne de lechón

Y la ciencia buscando, en el libro la lección
nuestros antepasados, vivieron su pavor
Dicen son inmunes, y mueren sin reacción

los médicos no encuentran llegar a solución
¡Dios mío! ¿Que pasa ha este mundo?, por favor
rezaremos, ¡haber si nos salva la oración!

Este soneto es de miedo, pues ni San Simón
tan siquiera el santísimo padre redentor
Nos libra del aire, estamos llenos del temor.

F. Rubio

domingo, 23 de agosto de 2009

¿Será el Alzheimer, o es que ya soy muy anciano?


¿Será el Alzheimer, o es que ya soy muy anciano?

Se me rompió en mil pedazos, cayo de mis manos hacia el fondo,
quise atraparlo sin resultado, todo era noche,
y de repente amanecí buscándolo, sentado,
mirando la niebla del cristal ahumado por el que pasa el daño,
el que corta las venas, el que oscurece mis años, el infiel cristal opaco.

Como el ámbar que fosiliza mis huesos ¡los miro! No los reconozco,
son como un extraño en el anden de un pueblo olvidado,
dejado con una maleta en los adoquines pisados por cientos de pasos,
impregnando de huellas irreconocibles, son anónimos pasajeros
que van pasando en un largometraje en blanco y negro.

He perdido el color de los ojos, voy perdiendo el sonido de mis oídos,
casi no sale la palabra de mi boca, las letras se me han quebrado en pedazos,
ya, ni recuerdo mis retratos, solo mi nombre a veces me brota de los labios.

Dicen que es el Alzheimer, que todo lo estoy olvidando, pero yo creo,
que mi mente se ha cansado de vivir,
que siente el paso de los años, quedando en un baúl encerrado,
bajo llaves de dolor, de amor, y amontonados aniversarios
de almanaques oxidados por los latidos controlados en el marcapasos,
de un viejo corazón, roto, y ya cansado.

Enciendo un cigarrillo, el cenicero en un lado y el teléfono en mis manos,
te llamo, te estoy llamando, pero no recibo tono, no se si he marcado tu numero,
o me he equivocado, ¿será el Alzheimer, o es que ya soy muy anciano?
se me rompió el recuerdo, se me ha caído de las manos.


F. Rubio

PD. Dedicado a todos aquellos que sufren esa maldita enfermedad.

miércoles, 12 de agosto de 2009

Cartas bajo el pisapapeles:





Cartas bajo el pisapapeles:
Tu cerraste la puerta sin mirar las lágrimas, 
y detrás de tu corriente
escapan buscando el pañuelo 
de una historia inacabada.

Yo quedé perdido y ausente,
de espaldas a la mirada de tu recuerdo,
y en mi escritorio, los latidos, y el rastro
de tus manos, 
hacen de callado publico;
Esperando el duelo de espada contra espada,
que mi abrecartas tiene con los sobres
dejados bajo un pisapapeles triste,
aplastando sellos de carmín,
y remites impregnados de palabras
grabadas con la pluma enamorada
con la que escribiste 
en el jardín de tus sueños.

Miro al lazo rojo que envuelve mi torpeza,
y le pido que retrase tu despedida,
que sea el carcelero de mis noches
perdidas en bares oscuros,
buscando el consuelo en besos extraños
que solo rellenan tus ausencias,
con amargo veneno fluyendo en mis venas,
y no me dejan ver el drama.

Guionando mi trágica amargura
de cuentos rotos sin finales,
ni esquelas de reencuentros 
de reconciliados amantes, 
entregados al furor encendido 
de gotas caldeadas de olores, 
y trémulas visiones, 
moldeadas de embriagada pasión.

Yo le pido ha esas cartas amarillentas
olvidadas sobre la mesa
por mis amnésicas visiones,
que me lleven al tiempo extraviado,
y me muestren el camino de regreso,
concediéndome el perdón de tus labios
aun sabiendo que en el amor,
no cabe un ¡lo siento!.

 F. Rubio (c)


martes, 11 de agosto de 2009

Esfinge de mi recuerdo:


Esfinge de mi recuerdo:

La noche se hace eterna, 
no se, si fue un sueño,
un gato negro despertó 
el profundo presagio
de malos augurios, 
y un salto de velos negros,
siguió el destino fúnebre 
de un ser querido.

Solo le quedan 
vagos recuerdos 
de una esfinge de pelo negro 
y verdes ojos 
postrada a sus pies.

El pequeño vidente, 
llama extrañado,
Mamá ¡ hay un gato en mi cama! 
No, no hay nada,
duerme mi niño.

Y el cielo, 
le hizo un gesto 
tras la nocturna luna;
la mañana traía llantos, 
y el…. 
no entendía el destino.

Funesta mortaja, 
yace en el tronco de pino
convertido en su ultimo hogar,
enraizando en el cuenco, 
raíces pegadas al ladrillo
de la ciudad de los caídos 
bajo losas esculpidas.

Una cruz será su norte, 
y la negra esfinge
seguirá dormida 
a los pies de su cama,
vigilando el tiempo 
de los relojes muertos 
y al niño dormido.

La profecía del sueño, 
se ha cumplido
sin poder descifrar 
la premonición
del pequeño visionario, 
y la llegada del negro felino. 

F. Rubio

Viviendo en tu cama:



Viviendo en tu cama:

Hoy no hagas la cama,
descubriremos sus sueños
presos de nuestros cuerpos
desprendiendo rubores
de amantes escondidos
entre tu vientre y el mío
alumbrados por lámparas
en silencios carnales,
susurrando suspiros
y calurosos encuentros
de tu fuego frente al mío.


Déjala, que inunde la luz
de nuestra unión infinita,
que recuerde brindis de sexo
golpeando en las entrañas
de cavidades perfumadas
con fragancias derramadas
en las copas de nuestro
ultimo riego divino.


Déjala, no deshagas la calida noche,
que tu carne comió de mi carne,
e invitemos a Eros a nuestro rito
de ofrendas oníricas,
en los brazos del lujurioso silencio,
que vive en tu cama.


F. Rubio (c)

lunes, 10 de agosto de 2009

Mi ultima suerte;


Mi ultima suerte;

-Sombra de la muerte-
Que carece de conciencia
no perdona pero ignora
llanto al doliente que implora
en su ultima hora clemencia.
-Sombra de la muerte-
Vienes cabalgando al frente
del inesperado motivo
y sin respetar lo vivo
tu enjuicias a la gente.
-Sombra de la muerte-
Si me merezco el respeto
reclamo mi ultima suerte
y ante tu imagen inerte
yo moribundo hago reto.
-Sombra de la muerte-
Si pronto me has de llevar
no seas impuro vuelo
y hasta la puerta del cielo
dirijas mi caminar.

F. Rubio

jueves, 6 de agosto de 2009

Candilejas encendidas:



 Candilejas encendidas:

Si alguna vez me amaste.

Recordarás mis tenues pasos
bajando tu triste escalera
retirándome como la flecha
del cupido errante y solo.

Si por mi sentiste amor.

Guardarás entre las hojas
del libro del despertar conmigo
la sombra cobijada eternamente
entre los pliegues del perfumado
ocaso reflejado en el fondo de tu espejo.

Si de verdad me quisiste.

Volverás a aquella playa dormida
que retiraba la marea en silencio
para vernos amándonos cuando tu
le recitabas a la luna versos
de sirenas en espumas de azahares.

Si me extrañas y quieres volver a mi.

Enciende candilejas en tu puerta
por que yo sigo en ella perdido
sin encontrar las grietas
que dejaron filtrarse el amor
que perdimos entre la noche y el olvido. 

F, Rubio

miércoles, 5 de agosto de 2009

Por ti seré



Por ti seré,

horizonte de vientos azules
que adornan tus mañanas de inciensos,
y despiertan de las adormideras noches
tus pestañas con suaves soplos latentes,
y aterrizan en tu almohada como frágiles
libélulas posándose sobre tus aguas.


Por ti seré,

húmedo y fértil jardín
de tus pechos cuando renacen de las lunas
reflejadas en los destellos de mis pupilas,
y alumbran la fecunda imaginación de los dioses
que riegan los páramos del néctar de tu boca,
y sustentan los besos en los arcos de tus labios.

F. Rubio

martes, 4 de agosto de 2009

Juan Antonio, - el junco -


Juan Antonio, - el junco -

Caminando calle abajo 
con garbo de junco verde
al contoneo de la brisa 
pasea Juan Antonio.

Cara alta, y la camisa
anudada al tallo de la cintura,
piel morena andaluza
y ojos de negra luna.

La muchacha que le espera
orgullosa de su estirpe mora,
teje corazones de claveles
para el cuello de su zagal.

Hoy, viene a cortejarla, 
ya escucha el taconeo calle arriba
de sus botines tacón cubano
soleá de amor, tanguillos gaditanos.

El padre espera en el tranco de la puerta,
hoy le pedirá a su niña, se quieren casar,
la morita enamorá, collar en mano
tiembla, no para de temblar.

Le comprará una casita blanca
de conchas de coral,
le plantará almendros
y hasta un nogal.

Bajo su sombra 
se contarán los sueños y reirán,
mirarán a sus retoños
y a los almendros florecer.

Juan Antonio, - el junco -
y la morita enamorá,
juntos en la sombra del nogal
serán eternos, tanguillos de amor
y eterna soleá. 

F. Rubio