domingo, 24 de marzo de 2019

En el sueño. -







He salido de la oscuridad 
a golpes de luz. 

A tientas.

Y grito, lloro a la misma vez 
que bebo el aire humedecido.

Amanecen en mis ojos con destellos 
de un cálido prisma de vida

Y de repente…

El polvo me ciega 
cortando como cristales
recordándome el arduo 
camino en las noches perdidas
entre llantos estériles 
que no me llevan a nada.

Y vuelvo,
a intentar salir de esa oquedad

Trepando por sus ásperas 
y áridas paredes,
destrozándome la piel y las manos.

Y vuelvo,
a soñar morir mil veces 
de manera continua,
Arrastrándome en caminos 
de lágrimas y,
me apuñalan espinas de rosales secos, 
sembrados en el pecho.

Quiero despertar, 
pero no hay más que rigidez 
y firmeza en los parpados
que parecen clavados 
en un desértico sueño.

Peleo, 
por mi vida y entonces despierto,
Y la noche pasa, 
el sueño pasa 
y la vida pasa.

Vuelves a salir de la oscuridad 
a golpes de luz. 
A tientas.
Apartas diapositivas, 
flashes e imágenes borrosas del pasado.

Y otro día, otro sueño más. 
Otro escalón de la escalera final.

(Sueña y vive, no lo dejes, aunque duela,
porque de ese dolor se nutre nuestro destino. 
Sueña..)

F. Rubio ©

domingo, 30 de septiembre de 2018

Y si hablo de no sé qué vida:


¡Hoy!

Sentado en mi viejo

sillón de piel ya reseca,

Deslucido por el paso del tiempo.

Pienso en los días que he pasado

con la espalda pegada a sus huesos…

a mis huesos.

Con los bolsillos vacíos de ilusión,

lejanos de vida,

de vientos,

de abrigo y de luz.

Me entran ganas de gritar,

pero no tengo fuerzas para

seguir alzando la voz.

No quedan apenas

cimientos donde apoyarme

para reposar las heridas causadas

por las esquirlas de metrallas,

ocultas en las miradas.

Es imposible,

aunque espero que alguien se apiade

de los pasos torcidos de mis zapatos,

los que han forjado

la línea curva de mi columna

y me hacen mirar las piedras

en las que tropezaba,

sin pensar si me las volvería a encontrar,

algún otro día.

He visto estelas doradas en el cielo

al alzar la mirada me hacían creer

en el buen camino

y luego...

nubes ennegrecidas que presagiaban dolor.

Cuantas noches rezando en la ventana,

esperando que el día siguiente

fuera más liviano,

más dulce.

Y cuando amanece…

sigue con el cielo oscurecido.

Las manos encogidas,

con la espalda encorvada

y el rostro decaído,

esperando alguna palabra amable,

pero solo estoy yo,

y el silencio en la ventana.

De vez en cuando

alguna ráfaga de soledad

viene a saludarme,

la dejo pasar a mi lado,

le doy cobijo,

y la invito a sentarse

en el decrépito sillón .

Luego hablo de no sé qué dios,

de no sé qué vida,

hasta que unos sorbos de bourbon

me hacen dormitar,

y una estela dorada ilumina sueños

que jamás se cumplieron;

Pero que siguen intactos en mi cabeza,

agarrados como alfileres

clavados en mechones de mis canas,

que fenecieron en reflejos

sobre espejos agrietados.

La piel erizada

y el vello de punta,

signos de guerra entre

pensamiento y pasado.

Unas carreras y gritos de fondo,

está bajando el telón

mi obra se va acabando.

Me voy quedando solo,

con mi sombra

y mi sillón.

 F. Rubio (c)

 

viernes, 18 de mayo de 2018

Mañana cuando amanezca.




Mañana cuando amanezca.

Hoy he despertado sintiendo que se me fue el pasado
pensando en los errores que cometí con los que me aman,
con los que amo.

Y que ya nada arreglará que siga caminando descalzo,
Que nada impedirá las heridas de los guijarros en mis pies,
Y no…
No quiero seguir despertando así.

Sé que cuando vuelva a despertar,
Sentiré que estoy a salvo de caminos vestidos de culpa
y no sentiré soledad.

Mañana al despertar,
pensaré como enterrar las heridas.

Abrir mis ojos y ayudarlos cuando miren atrás,
Ser camino y no el abismo en sus corazones.

Ya desbordaron bastantes mares en mis ojos y naufragios en mi alma,
Ahora quiero ser faro para los que me aman… para los que amo.

Quiero regalarles la vida cuando estén tristes y dibujarles una sonrisa
en el aire o en la espuma de las olas cuando besen la arena.

Mañana cuando amanezca…
Tatuaré el sol en mi memoria, y lo miraré cada vez que despierte.

F. Rubio ©


domingo, 15 de octubre de 2017

A ti Picapedrero. – (Papa Quico)




A ti Picapedrero. – (Papa Quico)


(A mi abuelo Francisco Rodríguez, con la mano en el corazón)

De allí llegaste con las manos encallecidas,
de allí, donde nació el canto del jilguero y la piedra tosca;
La rama del olivo y la rueda del molino.
Allí, donde el aire sabe a verde,
Y la lluvia riega la mica
del granito esculpido con tus manos.
Esa tierra que te dio el genio,
esa tierra que te hizo rebelde
desterrándote del vientre a fuerza de hambre.
De allí vengo dice tú sangre,
de allí te traigo en lo más adentro.
Raíces de sarmiento,
aroma de vid en los costados de una vendimia,
Y aceitunas de noviembre
que las mulas traen en los serones.
Esa es la herencia que te dejaron en un hatillo
camino de otro monte, camino de otra tierra,
Buscando un mendrugo de pan,
buscando calor de otra hoguera
con el que poder insuflar más vida…
más abrigo a tus vástagos.
Alquitrán en las carreteras y carbón en los pulmones,
la fuerza de tus creencias y la ganas de darles una vida nueva,
jamás te vieron desvanecer, ese no era tu estigma.
La mirada alta y la boina calada, y ese mal nacido en la televisión,
Me moriré antes que el… decías.
yo te extraño abuelo, yo te extraño.


F. Rubio ©

viernes, 12 de mayo de 2017

Ahí dentro. -











Ahí dentro. -


Cuando el dolor te ahoga y sientes morirte;
¡Grita! aunque tan solo sea para ahuyentar al silencio.
¡Ríe! que nadie te pregunte qué te pasa,
Disimula, quizás así pueda que pase el dolor.
Tan solo tú sabes que pasó ahí dentro
o qué causó esa herida, que tan difícil cura tiene,
que mortifica el día a día.
No dejes que la oscuridad salga, ilumina la cara,
Que nadie te pregunte qué te pasa.

F. Rubio (c)