Dormiré en el cielo.
Creemos en la bondad de la vida
y luego te golpea en la cara,
y el viento se vuelve ardió.
La garganta se reseca
al no tener más lagrimas
que regalarle al verdugo,
y entonces nos
dormimos en un banco
tatuando el rocío en nuestro DNI...
Y pides que te lleve la noche ha algún lugar,
donde la vida sea un trago de liviano veneno
que acorte la noche,
y el despertar sea un
eterno cielo.
F. Rubio©
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