domingo, 21 de abril de 2019

Mi amigo, el viejo sol. -







Mi amigo, el viejo sol. -

Sale el sol, ese viejo sol,
escondido tras las nubes,
Compañero de amaneceres
y antiguos días de infancia
que a lo lejos quedaron.

Y se levantan los gallos
antes que la primera luz del día
aparezca entre los ojos.

¡Y Despierto!

Otro día más, otro pie al suelo,
comienza otra vez la mañana.

El mismo camino,
el viejo y repetitivo camino,
que te hace cada vez más
acercarte al final.
cargando las alforjas de despertares,
de caras viejas, 
de buenos días
de antiguos amigos,
los mismos que siempre
te acompañaron,
con sus mismos gestos
aquellos que vieron
tus primeros dientes caer.

Antiguas manos,
antiguas caras que apenas, 
ya casi ni sonreír pueden,
pero que siempre te acompañan.

Aunque algunos ya cedieron
a las cartas del tiempo,
al viejo tahúr... 
hábil ganador
de la ultima partida,
el siempre gana al final.

Hoy escribo en otra hoja de papel
llena de borrones y tinta,
Recuerdos de una borrosa memoria
de caras vacías y de antiguos ojos,
que ya cegaron por los relámpagos
en sus últimas tormentas.

Pero descanso, escucho música,
y sigo con mis costumbres
y mis rutinarios hábitos,
extrañando los viejos besos
que casi ya sucumbieron
en el grabado de un viejo retrato.

Y entonces miro al sol
Y le pido otro viejo día,
con mis trasnochados recuerdos.

F. Rubio ©

jueves, 18 de abril de 2019

El amor eterno, el amor duele







El amor eterno, el amor duele.

Una vez alguien me dijo que el amor era eterno,
Que el amor siempre está tocándote muy adentro,
Qué al amor, como al mar, no se le podían poner puertas,
Que el amor era inmenso, y se expandía por la sangre,
como las estrellas por el firmamento.

Pero nadie me contó, que el amor duele también eternamente,
que cuando el amor te cierra las puertas,
ni el inmaculado cielo puede abrírtelas,
que cuando el amor se aleja, te sientes huérfano,
que el amor te desvela noche tras noche,
y si te enamoras, no podrás vivir más sin el amor,
igual que el mar no puede vivir sin las tormentas,
ni los ríos, ni las playas de arena, ni las mareas.

Pero nadie me dijo…
que no podría vivir si el amor me abandona.

F. Rubio ©


martes, 16 de abril de 2019

Este marzo no es mi marzo.








Este marzo no es mi marzo.

Marzo comenzando gris oscuro,
tirando a negro.
Nubes al alcance de las manos
Niebla fundiéndose en los ojos,
anunciando mal presagio.
Han soltado los días por el asfalto
Bajo mil pisadas de suelas raídas,
Desgastando corazones, pieles y huesos
Bajo tierra y cruzando ríos y mares.
Este marzo no es el mío,
Este marzo está en el infierno,
Y abril… sigue el mismo destino
Calendario mal nacido,
Quemando hojas, derramando llantos,
Abrazos de parientes acongojados.
 Y un olor a pino, resina y genista,
Esta montaña la llevo en la sangre
Y en ella descansan quienes nacer me vieron.
Arrancaré las ramas y también las piedras
Sangraran mis dedos en la seca tierra.
Alboreando cuando despierto,
y abril parece seguir apagado.
A ver si logramos que cambie el viento
Y esa arrugada vida comience
Un viejo o nuevo sueño,
Ahora que marzo… Ya no es el nuestro.


F. Rubio ©

lunes, 15 de abril de 2019

A escondidas del sol.










Siento voces… dulces voces en el cielo,
Impaciente espero que pasen las horas,
La ansiedad asomándose al precipicio
Y me invade el vértigo al tenerte junto a mí.

Va creciendo una profunda sensación
que va tejiendo brillantes hebras
colgadas del pecho, enredadas en el aire,
derramándose entre los dedos.

Purpuras y rosados besos van calando Muy adentro,
Sabor a primaveras cálidas, Llenas de sol,
que se apresura a colorear tus mejillas
de tez morena, que ruborizan a mis olivados iris
cegándolos con tu belleza.

Reverenciando y parpadeando emocionadamente
Y se esconden fingiendo no darse cuenta
de tan bonitos horizontes moldeados
en esos profundos ojos negros.

Tintineos en mis oídos, campanillas y risas
de arboledas al escuchar el céfiro murmullo
de tu respiración.

Saltos de caricias gorgotean en mi interior
Y tiemblan mis manos con solo pensar
Que tendrán el privilegio de soñarte a mi lado.

Paraísos entre tactos de cuerpos abrazados
Ríos de perfumados balanceos constantes
Acompasados parajes de contorsiones de placeres,
cálidas esculturas formando excitados laberintos
de enmarañados cabellos en arrugada lencería.

El silencio siente celos y también el cielo te mira con deseo
el mismo Eros bendice nuestro amor,
y ruego para que la eternidad sea cómplice
de nuestras noches regando con delicados
néctares antes de que nos descubra el sol
y queme nuestros inocentes baños de luna
escondidos en canceles de amantes soñadores
que noche tras noche fecundan el Edén.



F. Rubio ©






El dolor del sueño sin ti. -










Hoy duermo abrazado a ti,
Y sueño, caigo, sueño tras sueño caigo,
E intento levantarme, pero, sigo pegado al suelo.
Forcejeo, peleo, empujo hacia arriba,
pero las fuerzas me abandonan.

Te llamo, te llamo a gritos y no te encuentro,
no, no hay respuesta.

Me falla la voz,
solo alcanzo a sentir un sordo gemido
Y pienso que estoy enloqueciendo de amor,
en el silencio.

Derramando lagrimas que van formando
cascadas de ríos tristes.
Jamás logré pensar,
que grande seria el dolor del amor
Que un minuto soñando sin ti,
me haría morir eternamente.

Y sueño, creo que sigo en el sueño,
y muero.

Todo pesa entorno a mí,
y veo frases lapidarias revoloteando
como fugaces neones intentando cegarme.

Abro los ojos, y las lágrimas duelen,
son angustiosos brillos que emergen del infierno.

Poco a poco, aclara al alba,
y me devuelve a tu reposado remanso de sombra,
 dibujando el camino hasta tu hermosa luz
en la cálida almohada,
y entonces descanso,
reposo mi fatigada noche, y en calma,
beso tu frente.

Y sueño, y creo que vuelvo a soñar,
Pero esta vez sí,
esta vez si estás tú en el sueño,

Y te abrazo, nos abrazamos,
como en un eterno viaje,
soñando con Homero en el Parnaso,
buscando musas de crisálidas y mariposas,
y te beso,
y en el sueño… nos besamos.

F. Rubio ©



miércoles, 3 de abril de 2019

Amándonos sorbo a sorbo. -










El rubor que enrojece los sentidos
Nos invade como un denso velo
Posándose sobre nuestros cuerpos.

Fragancias de dulce sándalo
Revuelven nuestros aposentos
Formando sinuosos hilos perfumados,
Que abordan nuestras siluetas
Alumbradas por tenues suspiros,
Ahogando escalofríos y compases,
Bajo la mirada de la noche azabache.

Surrealistas imágenes salen de tus manos
Al deslizarse por el lienzo de seda y piel,
Que sobresaltan las arqueadas curvas
de pecados Terrenales,
Con las que me invitas a caer en un laberinto
formado por tu pelo y la lujuria de tus ojos.

Entre retorcidos jirones de húmedos encuentros,
Amanecimos en auroras boreales de sexo y,
Sorbo a sorbo, nos bebimos el amor.

(A mi Amor)

F. Rubio ©

martes, 2 de abril de 2019

Somos eso que no queremos. -














Somos caras anónimas, máscaras difuminadas,
en busca de las sombras enamoradas de lo que se fue,
Enredadas en el pasado del tiempo,
perdidos entre el ayer y las manecillas del olvido.
Empezamos una copa y acabamos con la botella,
Apoyados en la barra de un bar.
Casi embriagados, no vimos el mensaje que dentro llevaba.
Somos muescas en culatas y huesos rotos,
sencillas marcas en cruces de piedra,
Polvo inocuo formando caminos que se filtra entre raíces
y grietas en los secarrales.
Somos vanidades con traje apolillándonos
en el fondo de un armario,
y cada noche desanclamos las miradas
para acariciar sombras chinescas en infértiles pantallas.
Somos náufragos perdidos en mares de aburrimiento
y vagamos por calles de asfaltos desiertos
dilatando la vida, quemando silencios.
Somos cascos vacíos, sin eco ni sonido, sin voz, ni oído,
huecos sordos en el rastro del viento,
hojas que cayeron hace milenios,
y no han servido de simiente para el olivo, ni de abono para el sarmiento.
Somos pólvora mojada, somos balas sin plomo.
La extinción de un contrato que ni siquiera firmamos,
Somos caras anónimas, que a veces nos cruzamos,
somos eso que no queremos.


(Oscuro deseo, a la muerte he amado, pero ella no me ha correspondido, muero de amor, que ironía.)

F. Rubio. ©

domingo, 24 de marzo de 2019

En el sueño. -







He salido de la oscuridad 
a golpes de luz. 

A tientas.

Y grito, lloro a la misma vez 
que bebo el aire humedecido.

Amanecen en mis ojos con destellos 
de un cálido prisma de vida

Y de repente…

El polvo me ciega 
cortando como cristales
recordándome el arduo 
camino en las noches perdidas
entre llantos estériles 
que no me llevan a nada.

Y vuelvo,
a intentar salir de esa oquedad

Trepando por sus ásperas 
y áridas paredes,
destrozándome la piel y las manos.

Y vuelvo,
a soñar morir mil veces 
de manera continua,
Arrastrándome en caminos 
de lágrimas y,
me apuñalan espinas de rosales secos, 
sembrados en el pecho.

Quiero despertar, 
pero no hay más que rigidez 
y firmeza en los parpados
que parecen clavados 
en un desértico sueño.

Peleo, 
por mi vida y entonces despierto,
Y la noche pasa, 
el sueño pasa 
y la vida pasa.

Vuelves a salir de la oscuridad 
a golpes de luz. 
A tientas.
Apartas diapositivas, 
flashes e imágenes borrosas del pasado.

Y otro día, otro sueño más. 
Otro escalón de la escalera final.

(Sueña y vive, no lo dejes, aunque duela,
porque de ese dolor se nutre nuestro destino. 
Sueña..)

F. Rubio ©

domingo, 30 de septiembre de 2018

Y si hablo de no sé qué vida:


¡Hoy!

Sentado en mi viejo

sillón de piel ya reseca,

Deslucido por el paso del tiempo.

Pienso en los días que he pasado

con la espalda pegada a sus huesos…

a mis huesos.

Con los bolsillos vacíos de ilusión,

lejanos de vida,

de vientos,

de abrigo y de luz.

Me entran ganas de gritar,

pero no tengo fuerzas para

seguir alzando la voz.

No quedan apenas

cimientos donde apoyarme

para reposar las heridas causadas

por las esquirlas de metrallas,

ocultas en las miradas.

Es imposible,

aunque espero que alguien se apiade

de los pasos torcidos de mis zapatos,

los que han forjado

la línea curva de mi columna

y me hacen mirar las piedras

en las que tropezaba,

sin pensar si me las volvería a encontrar,

algún otro día.

He visto estelas doradas en el cielo

al alzar la mirada me hacían creer

en el buen camino

y luego...

nubes ennegrecidas que presagiaban dolor.

Cuantas noches rezando en la ventana,

esperando que el día siguiente

fuera más liviano,

más dulce.

Y cuando amanece…

sigue con el cielo oscurecido.

Las manos encogidas,

con la espalda encorvada

y el rostro decaído,

esperando alguna palabra amable,

pero solo estoy yo,

y el silencio en la ventana.

De vez en cuando

alguna ráfaga de soledad

viene a saludarme,

la dejo pasar a mi lado,

le doy cobijo,

y la invito a sentarse

en el decrépito sillón .

Luego hablo de no sé qué dios,

de no sé qué vida,

hasta que unos sorbos de bourbon

me hacen dormitar,

y una estela dorada ilumina sueños

que jamás se cumplieron;

Pero que siguen intactos en mi cabeza,

agarrados como alfileres

clavados en mechones de mis canas,

que fenecieron en reflejos

sobre espejos agrietados.

La piel erizada

y el vello de punta,

signos de guerra entre

pensamiento y pasado.

Unas carreras y gritos de fondo,

está bajando el telón

mi obra se va acabando.

Me voy quedando solo,

con mi sombra

y mi sillón.

 F. Rubio (c)

 

viernes, 18 de mayo de 2018

Mañana cuando amanezca.




Mañana cuando amanezca.

Hoy he despertado sintiendo que se me fue el pasado
pensando en los errores que cometí con los que me aman,
con los que amo.

Y que ya nada arreglará que siga caminando descalzo,
Que nada impedirá las heridas de los guijarros en mis pies,
Y no…
No quiero seguir despertando así.

Sé que cuando vuelva a despertar,
Sentiré que estoy a salvo de caminos vestidos de culpa
y no sentiré soledad.

Mañana al despertar,
pensaré como enterrar las heridas.

Abrir mis ojos y ayudarlos cuando miren atrás,
Ser camino y no el abismo en sus corazones.

Ya desbordaron bastantes mares en mis ojos y naufragios en mi alma,
Ahora quiero ser faro para los que me aman… para los que amo.

Quiero regalarles la vida cuando estén tristes y dibujarles una sonrisa
en el aire o en la espuma de las olas cuando besen la arena.

Mañana cuando amanezca…
Tatuaré el sol en mi memoria, y lo miraré cada vez que despierte.

F. Rubio ©