La obra inacabada ( Alegoría homérica )
Era ya tarde cuando cogió su pluma
sentándose en un banco de caoba,
escribía el verso, que nacía en ciego,
oscurecido por los montes de Pion,
que engullían al mas grande Helios,
para dejar paso a la diosa Selene,
en la danza nocturna sobre el teatro
del creador padre océano, fecundador
de ríos paridos por la madre y diosa Egea.
El trovador cantaba su poesía quedada,
mientras su prolifera mano gravaba
la historia de un marino enamorado
de la aventura, padre de los delfines,
y amante de las sirenas de Poseidón.
El lazarillo quitole las sandalias,
para lavar sus ancianos pies ya cansados
de odiseas, y caminar de guerras
entre hermanos de espadas ensangrentadas,
con la misma sangre de la vid del Partenón.
El juglar, unta sus manos en agua
perfumada de rosas, y levantándose,
apoya su brazo sobre un recto bastón,
y con la voz ya rota por tragar tanta
hipocresía, le recita al joven lazarillo,
un poema de presagio marinero.
( Las olas cubrirán sus velas,
y las costas de mi tierra
perecerán, y quemaran la sal
de mis templos… las piedras.
El fuego será agua roja,
y no habrá sangre, será ceniza,
los seres serán el barro caliente
que sin moldes de manos,
cocerán fuera de los hornos.
Y la montaña gritara ha Zeus,
y Artemisa, Thera enterrará
al minotauro, y el Egeo llorará
por sus hijos, los ancianos de las cicladas,
no tendrán la sepultura esperada.)
Acabando el poema, el poeta,
quedo callado, y todavía su obra
se comenta en el Partenón derrumbado.
F. Rubio